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25 años no son nada: la caída del Muro.

Todavía guardo un periódico del día. Su conciso titular "La RDA abre todas las fronteras" apenas sugería lo que estaba pasando en realidad: el Muro de Berlín había caído. Una sensación de optimismo y de vivir tiempos históricos se agitaba en la boca de mi estómago. No obstante, las referencias políticas y las perspectivas de aquel joven inquieto que era discurrían por un camino muy peculiar y las circunstancias resultan asaz curiosas como más adelante os contaré.


 El que os escribe esto, a la sazón, era bastante más de izquierdas que hoy en día; si bien esto no significaba que interpretara la caída del Muro como contrarrevolución, ya que entonces era trotskista, ; si lo era.

La corriente política troskista considera que el modelo del "Socialismo Real" no era el auténtico postulado por Marx. La Revolución Rusa había sido traicionada por la cúpula estalinista de la Unión Soviética y era necesaria una "Revolución Política" que derrocase a la burocracia post-estalinista y pusiese al orden del día un socialismo desde la base, en el que la clase obrera dirigiría la sociedad en base a sus consejos obreros o auténticos soviets, como lo habría sido realmente en los primeros años de la revolución en que imperaba la linea de Trotsky y Lenin. Noble y idealista afán, pero completamente errado, tal como veo las cosas hoy en día.

Es así que la corriente trotska con la que simpatizaba (1) veía en la caída del Muro y todos los acontecimientos en Europa del Este, como el preludio de una auténtica "Revolución Política". en la que los trabajadores instaurarían una auténtica "democracia obrera" y derrocarían a la casta burocrática estalinista, eso sí, sin destruir la infraestructura económica colectivista, que al menos se consideraba más avanzada que el "capitalismo occidental". Pero bueno, ya podéis intuir como los tozudos hechos no guardaban relación alguna con nuestras espectativas: en la ex-RDA, por ejemplo, sin ningún tipo de duda la mayoría de pueblo, clase obrera incluida, aspiraba a tener un nivel de vida y un grado de libertad comparable a sus compatriotas occidentales, confiando en la democracia cristiana de Köhl para liderar el proceso de reunificación alemana.

Nada de aquellas falsas ilusiones se realizó, pero la memoria de la caída de Muro va a ser una constante, un punto de referencia para discernir el trigo de la cizaña en política. No todas las corrientes en la izquierda, ni siquiera en el entorno del trotskismo (2) mostraron la misma sensibilidad por el tema y abiertamente hablaron de contrarrevolución: el muro de Berlín les cayó encima.

Algunos argumentaban que quedaban todavía muchos muros por derribar, cosa que es innegable, no obstante, no eran capaces de resolver una cuestión básica: ¿Por qué el de Berlín era un muro para evitar que la gente huyera? ¿Y por que otros muros, por el contrario, están para evitar que la gente entre?. La desgracia es comparable, pero no podemos pasar por encima sin sacar lecciones de estas dos cuestiones; pues nos dicen algo de que tipo de sociedad prefiere la gente. Y ahí queda de manifiesto de que forma la izquierda antisistema mostró sus vergüenzas y su incapacidad para dar una respuesta satisfactoria. Nunca intuyeron que un referendum silencioso había tenido lugar: la gente votó "con los pies" y ellos lo habían perdido.


(1) http://www.litci.org/index.php/teoria/fechas/item/2786-a-25-anos-de-la-caida-del-muro-de-berlin#.VGSKN1aOwUA

(2) Ted Grant. Rusia: de la Revolución a la Contrarrevolución Ediciones Caum




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